Название: Electra
Автор: Benito Pérez Galdós
Издательство: Public Domain
Жанр: Зарубежная классика
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Patros. ¿Para decir cuatro palabritas a la señorita Electra? (Meditando.) Ello ha de ser cuando los señores despachan con el apoderado… Yo estaré a la mira…
Cuesta. Si pudiera ser hoy, mejor.
Patros. El señor ¿vuelve luego?
Cuesta. Volveré, y con disimulo me adviertes…
Patros. Sí, Sí… Pierda cuidado. (Recoge el servicio y se retira.)
ESCENA V
Cuesta; Pantoja, enteramente vestido de negro. Entra en escena meditabundo, abstraído.
Cuesta. Amigo Pantoja, Dios le guarde. ¿Vamos bien?
Pantoja (suspira). Viviendo, amigo, que es como decir: esperando.
Cuesta. Esperando mejor vida…
Pantoja. Padeciendo en ésta todo lo que el Señor disponga para hacernos dignos de la otra.
Cuesta. ¿Y de salud?
Pantoja. Mal y bien. Mal, porque me afligen desazones y achaques; bien, porque me agrada el dolor, y el sufrimiento me regocija. (Inquieto y como dominado de una idea fija, mira hacia el jardín.)
Cuesta. Ascético estáis.
Pantoja. ¡Pero esa loquilla…! Véala usted correteando con los chicos del portero, con los niños de Máximo y con otros de la vecindad. Cuando la dejan explayarse en las travesuras infantiles, está Electra en sus glorias.
Cuesta. ¡Adorable muñeca! Quiera Dios hacer de ella una mujer de mérito.
Pantoja. De la muñeca graciosa, de la niña voluble, podrá salir un ángel más fácilmente que saldría de la mujer.
Cuesta. No le entiendo a usted, amigo Pantoja.
Pantoja. Me entiendo yo… Mire, mire como juegan. (Alarmado.) ¡Jesús me valga!12 ¿A quién veo allí? ¿Es el Marqués de Ronda?
Cuesta. Él mismo.
Pantoja. Ese corrumpido corruptor. Tenorio13 de la generación pasada, no se decide a jubilarse por no dar un disgusto a Satanás.14
Cuesta. Para que pueda decirse una vez más que no hay paraíso sin serpiente.
Pantoja. ¡Oh, no! ¡Serpiente ya teníamos! (Nervioso y displicente, se pasea por la escena.)
Cuesta. Otra cosa: ¿no se ha enterado usted de la millonada que les traigo?
Pantoja (sin prestar gran atención al asunto, fijándose en otra idea que no manifiesta). Sí, ya sé… ya… Hemos ganado una enormidad.
Cuesta. Evarista completará su magna obra de piedad…
Pantoja (maquinalmente). Sí.
Cuesta. Y usted dedicará mayores recursos a San José15 de la Penitencia.
Pantoja. Sí… (Repitiendo una idea fija.) Serpiente ya teníamos. (Alto.) ¿Qué me decía usted, amigo Cuesta?
Cuesta. Que…
Pantoja. Perdone usted… ¿Es cierto que el vecino de enfrente, nuestro maravilloso sabio, inventor y casi taumaturgo, piensa mudar de residencia?
Cuesta. ¿Quién? ¿Máximo? Creo que sí. Parece que en Bilbao16 y en Barcelona17 acogen con entusiasmo sus admirables estudios para nuevas aplicaciones de la electricidad; y le ofrecen cuantos capitales necesite para plantear estas novedades.
Pantoja (meditabundo). ¡Oh!… Capital, dentro de mis medios, yo se lo daría, con tal que…
ESCENA VI
Pantoja, Cuesta; Evarista, Don Urbano, El Marqués, que vienen del jardín.
Evarista (soltando el brazo del Marqués). Felices, Cuesta. Pantoja, ¡cuánto me alegro de verle hoy!… (Cuesta y Pantoja se inclinan y le besan la mano respetuosamente. Siéntase la señora a la derecha; el Marqués, en pie, a su lado. Los otros tres forman grupo a la izquierda hablando de negocios.)
Marqués (reanudando con Evarista una conversación interrumpida). Por ese camino, no sólo pasará usted a la Historia, sino al Año Cristiano.18
Evarista. No alabe usted, Marqués, lo que en absoluto carece de mérito. No tenemos hijos: Dios arroja sobre nosotros caudales y más caudales. Cada año nos cae una herencia. Sin molestarnos en lo más mínimo ni discurrir cosa alguna, el exceso de nuestras rentas, manejado en operaciones muy hábiles por el amigo Cuesta, nos crea sin sentirlo nuevos capitales. Compramos una finca, y al año la subida de los productos triplica su valor; adquirimos un erial, y resulta que el subsuelo es un inmenso almacén de carbón, de hierro, de plomo… ¿Qué quiere decir esto, Marqués?
Marqués. Quiere decir, mi venerable amiga, que cuando Dios acumula tantas riquezas sobre quien no las desea ni las estima, indica muy claramente que las concede para que sean destinadas a su servicio.
Evarista. Exactamente. Interpretándolo yo del mismo modo, me apresuro a cumplir la divina voluntad. Lo que hoy me trae Cuesta, no hará más que pasar por mis manos, y con esto habré consagrado al Patrocinio19 siete millones largos, y aún haré más, para que la casa y colegio de Madrid tengan todo el decoro y la magnificencia que corresponden a tan grande instituto… Impulsaremos las obras de los colegios de Valencia20 y Cádiz…21
Pantoja (pasando al grupo de la derecha). Sin olvidar, amiga mía, la casa de enseñanzas superiores, que ha de ser santuario de la verdadera ciencia…
Evarista. Bien sabe el amigo Pantoja que no ceso de pensar en ello.
Don Urbano (pasando también a la derecha). En ello pensamos noche y día.
Marqués. Admirable, admirable. (Se levanta.)
Evarista (a Cuesta, que también pasa a la derecha). Y ahora, Leonardo, ¿qué hacemos?
Cuesta (sentándose al lado de Evarista, propone a la señora nuevas operaciones). Nos limitaremos por hoy a emplear22 alguna cantidad en dobles…
Pantoja (en pie a la izquierda de Evarista). O a prima…23
Marqués (paseando por la escena con Don Urbano). СКАЧАТЬ
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