Название: Cómo cocinar los caracoles
Автор: Коллектив авторов
Издательство: Parkstone International Publishing
Жанр: Кулинария
isbn: 978-84-315-5233-6
isbn:
«Cosa admirable y extremadamente útil es el caracol y, sobre todo, tiene grandes propiedades para el cuerpo humano… No puedo silenciar los secretos maravillosos que he descubierto en estos animales: los aso en el horno dentro de una vasija bien cerrada y suministro los polvos así obtenidos, por espacio de 15 días y mezclados con la papilla, en el caso de lactantes, o con la sopa si ya han dejado de mamar, y con tal remedio curo toda clase de hernias, sin aplicar nada. Para aquellos que sean delicados, se hará destilar agua de los caracoles al baño María y deberán beberla con azúcar o desleída en papilla, con lo que se conseguirá el mismo efecto que con el polvo. Se toman porciones iguales de caracoles rojos y romero, se hace un picadillo bien fino, seguidamente se introduce en una olla emplomada y bien tapada, y se deja durante 40 días bajo estiércol de caballo. Transcurrido dicho tiempo, se extrae el aceite, que se verterá en un frasquito de cristal bien cerrado, y se deja al sol unos días. Este aceite cura en poco tiempo los cólicos que sufren las mujeres antes o después de dar a luz. Aquellas cuyo vientre esté arrugado a causa de los partos que hayan tenido también podrán utilizarlo, y de seguro que la piel del vientre se les volverá tan igual y suave como si todavía fueran doncellas.
«Los caracoles con concha tienen propiedades maravillosas, ya que triturados y aplicados sobre el vientre de un hidrópico hacen salir las aguas que hay entre dos pieles.
«Galeno nos enseña también un admirable secreto que yo mismo he experimentado frecuentemente, y que consiste en trocear caracoles y mezclar bien con polvo de incienso y acíbar hasta que se espese como la miel. Se aplica sobre la frente para curar cualquier flujo de los ojos. De este modo, yo mismo curé del día a la noche a un molinero que se había picado y dañado un nervio, aplicándole sobre el mal caracoles con las conchas y un poco de harina que había recogido en su molino.
«En el año 1535, en el que muchos enfermos morían de disentería sin que los médicos pudieran aportar remedio alguno, logré salvar a más de trescientos de tan peligrosa enfermedad, haciéndoles beber caracoles abrasados y pulverizados, y un poco de pimienta blanca y agallas.
«Bien triturados, si se aplican sobre el ombligo, detienen toda clase de menstruación. Hay quien dice que aplicados sobre una llaga atraen todo lo que haya quedado en el interior.
«Si se los destila, resultan admirables para curar retenciones de orina.
«Tomar caracoles y claras de huevo, aproximadamente una libra de lo uno y de lo otro, cuatro semillas igualmente frías, media onza de agua de lechuga, tres onzas de trementina de Venecia, machacar todo lo que se pueda, reducir a polvo y dejarlo todo mezclado por una noche, luego hacerlo destilar y no utilizar el agua obtenida hasta después de cierto tiempo. Se le dará a beber al enfermo en ayunas por la mañana media onza con un dracma de azúcar rosado, y antes de terminar dicho tratamiento por espacio de nueve días ya habrá sanado por completo».
No es necesario aclarar que semejantes prescripciones, que hay que calificar, como mínimo, de extravagantes, están garantizadas únicamente por su autor, que indudablemente tenía más de alquimista y mago que de verdadero médico.
Es curioso constatar que en cualquier época se acostumbran a encontrar las mismas indicaciones de botica acerca del caracol en relación con afecciones estomacales y bronquiales.
Pero el uso del caracol fuera de los fogones no se restringe a épocas pasadas, podemos decir que también acompaña a la propia evolución del ser humano.
Últimamente se está hablando mucho de las «maravillosas y revolucionarias» cremas a base de caracol para «rejuvenecer» la epidermis.
Para empezar, hay que diferenciar entre la baba y la secreción del caracol. La primera es el fluido que este animal utiliza para desplazarse y carece de cualquier propiedad «medicinal». La secreción, en cambio, es una sustancia que el caracol produce como mecanismo de defensa frente a distintas agresiones externas y con la que «repara» su concha. Así pues, es la secreción del caracol la que puede ayudar a retardar el envejecimiento cutáneo y reparar la piel.
Por esto, no todas las cremas a base de caracol que podemos encontrar son iguales. Para que posean propiedades antioxidantes y regeneradoras deben haber sido elaboradas únicamente con secreción de caracol y estar avaladas, como es lógico, por un estudio científico.
Una tradición popular:
La recolección de caracoles
Desde siempre, los caracoles han sido objeto de recolección tanto para el consumo familiar, como para la venta directa a restaurantes y mercados, así como también para aprovisionar las instalaciones de engorde. Especialmente en las regiones en que habitan estos moluscos en gran número, los prados y los bosques son batidos por recolectores conocedores de los lugares, estaciones y horas en que la «caza» es más fructífera. Estos buenos conocedores de las diversas especies son capaces de encontrar partidas apreciables por su uniformidad y calidad.
Desgraciadamente, también existen personas inexpertas que llevan a cabo una recolección irracional e indiscriminada de caracoles todavía no aptos para el consumo ni para el engorde; o la realizan en época demasiado anticipada, es decir, antes de que tengan lugar los acoplamientos.
Tiempo atrás no existían normas restrictivas respecto a la recolección de caracoles, pero actualmente en muchos países – entre los que se encuentra España, aunque no todas las comunidades autónomas— se ha impuesto una reglamentación adecuada que tiene muy presente el ciclo de vida del caracol, el número de animales en libertad…
Un comentario aparte merece la relación entre los caracoles y la agricultura, ya que es evidente que la recolección de estos moluscos siempre es ventajosa para los prados, huertos, plantaciones de frutales y jardines. La eliminación de los caracoles representa en estos casos una intervención agrónoma necesaria, ya que, con su voracidad y prolificidad, estos animales son capaces de comprometer o destruir cosechas enteras. A los daños directos, se añaden también los indirectos: muchos parásitos se instalan en los tejidos vegetales solamente cuando encuentran la vía ya abierta, así como también insectos generalmente no dañosos, como, por ejemplo, las abejas y las hormigas, que se nutren de los frutos ya roídos por los caracoles. Además, la baba que dejan los caracoles en su camino también es altamente perjudicial, y los productos agrícolas y las plantas ornamentales pueden quedar literalmente destruidos.
En estos casos, la recolección a mano de los caracoles representa una solución mejor con vistas a la desinfección que el empleo de productos tóxicos, peligrosos para cualquier animal y que pueden ser arrastrados a distancia por las lluvias. La venta de los moluscos o su utilización para la repoblación de viveros permite al agricultor obtener unos beneficios o, al menos, recuperar los gastos de recolección.
Por ello, muchos agricultores que no tienen interés en los caracoles permiten de buena gana el acceso de los recolectores a sus fincas.
Con el fin de desinfectar un terreno, la caza más fructífera tiene lugar en primavera, cuando la temperatura y las lluvias inducen a los animales a salir al aire libre; en esta fase se dice que los caracoles son «corredores», porque muestran una gran vivacidad en la búsqueda de alimento.
A falta de lluvia, se pueden capturar regando el suelo a la puesta del sol, o bien obligándolos a reunirse en grupos numerosos bajo escondrijos adecuadamente preparados: tiestos invertidos, montones de hojas o ramas, de los cuales se retirarán antes de que se ponga el sol.
Para la recolección de caracoles con fines lucrativos, en los bosques СКАЧАТЬ