Название: Río torrentoso
Автор: Lawrence M. Friedman
Издательство: Bookwire
Серия: Extramuros
isbn: 9786123251567
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Por supuesto, no tenemos forma de saber qué pasó por la mente de los miembros del jurado. Muy probablemente, aceptaron el argumento de la defensa. No podían concebir a Lizzie Borden como ‘la asesina del hacha’. Ella era una ‘mujer de clase alta’, y no podía encajar en la figura de un ser malvado como el Mr. Hyde. Era una mujer, muy probablemente virgen, y se encontraba en el pilar de la comunidad. Esto seguramente influyó en el jurado. O, tal vez, fue una cuestión más simple: los miembros del jurado pudieron haber sentido que la evidencia no era suficiente como para condenar a Lizzie Borden por asesinato.
Aun así, la pregunta sobre la identidad estuvo en el corazón del juicio de Borden. Y nunca se ha ido del todo. Esta cuestión fue lo que le dio al juicio tanta atención. Tal vez, ningún otro juicio por asesinato en Estados Unidos, ha sido tan famoso y ha dado lugar a una literatura tan grande como este. La gente todavía hasta hoy está tratando de ‘resolver’ el misterio. Por supuesto, la ‘solución’ más probable es la obvia: Lizzie Borden era culpable; Lizzie Borden mató a su padre y a su madrastra. Solo el motivo del crimen permanece oscuro; aunque, quizás, el dinero pudo haber estado en la raíz del crimen: las dos muertes convirtieron a Lizzie Borden en una heredera.23 En cualquier caso, el misterio del juicio de Borden es lo que ha intrigado a la gente desde entonces hasta ahora; y misterios de este tipo atraen a las personas hacia grandes juicio, como las polillas hacia la luz. En estos juicios famosos y espeluznantes, los dos lados grafican imágenes radicalmente diferentes. Los acusados y sus abogados insisten en su inocencia. Lo que uno ve —afirman—, es lo uno obtiene. No hay ningún Mr. Hyde debajo de la superficie de la vida del Dr. Jekyll. Por su parte, la fiscalía plantea el argumento contrario: el acusado, por inocente que parezca o intente aparecer, es realmente un villano, un asesino, una personalidad deformada. El jurado debe responder a la pregunta de la identidad: ¿cuál de las versiones es la verdadera? ¿quién es realmente esta persona? ¿es el Dr. Jekyll o el Mr. Hyde? ¿o ambos?
La pregunta sobre la identidad es lo que motiva a los reporteros a llenar columna tras columna en los periódicos. A principios del siglo XIX, en 1849, el juicio del profesor John Webster, un brahmán de Boston, fue el juicio más sensacionalista de su época. Webster fue juzgado por asesinato. Fue acusado de matar a otro brahmán, George Parkman, profesor de medicina en Harvard, y de cortar su cuerpo en el sótano de la Escuela de medicina. Webster estaba profundamente endeudado con Parkman, y necesitaba deshacerse de los pagarés que este último tenía, y que amenazaban a Webster con caer en la ruina financiera. El Presidente del Tribunal Supremo de la Commonwealth, Lemuel Shaw, presidió el juicio. La sala del tribunal estaba atascada diariamente por la prensa; reporteros de Boston y de periódicos de fuera de la ciudad, acudieron en masa a la sala del tribunal para ver, escuchar y difundir la noticia a un público ansioso. La evidencia contra Webster era fuerte; no obstante, ¿era posible que este hombre, perfecto hasta el extremo, cometiera un crimen tan terrible? Uno de los abogados defensores describió en resumen a Webster como un hombre que “durante más de un cuarto de siglo” había sido “un respetado profesor” en Harvard, y “el orgullo de nuestro Estado”. También era un hombre de familia: de hecho, “el centro” de su familia, un “objeto de idolatría” de sus seres queridos, un sujeto de sus “afectos más puros y santos.”24 ¿Podría un hombre realmente ser, en la base, un malvado Mr. Hyde, capaz de este acto atroz y desagradable? Pero la respuesta, para este jurado, fue claramente que sí. Encontraron a Webster culpable de los cargos. De acuerdo con la ley de Massachusetts, el castigo fue la muerte. John Webster murió en la horca en Massachusetts.
Hasta el día de hoy, las preguntas sobre la identidad —los misterios en torno a ella— son las que proporcionan ‘sazón’ a los juicios que generan titulares en los periódicos. La pregunta en estos juicios es casi la misma: ¿quiénes eran realmente los acusados? En la década de 1950, el juicio del Dr. Sam Sheppard fue quizás el juicio más sensacionalista del momento. El Dr. Sam fue acusado de asesinar a su esposa embarazada. Esto —tal como ocurrió en el juicio de Borden— parecía romper con el orden natural. El Dr. Sam era un hombre respetable, un hombre profesional, un osteópata, que vivía en los suburbios de Cleveland. También era un hombre de familia. ¿Podría también ser un cruel asesino? ¿O fue el asesinato cometido (como él afirmó) por un extraño de ‘pelo espeso’? Sheppard fue condenado en medio de una atmósfera de publicidad frenética, lo que generó que se le inicie un nuevo juicio más adelante; la Corte Suprema de los Estados Unidos señaló que su juicio fue un circo publicitario tan salvaje, tan contaminado por la locura de los medios, que lindó con los niveles de la injusticia.25 En el nuevo juicio, Sheppard fue absuelto. Con toda seguridad, a diferencia de Lizzie Borden, el Dr. Sheppard era inocente.26 En la década de 1990, el juicio de O. J. Simpson tuvo la atención del mundo. O. J. Simpson era un héroe deportivo, un ‘miembro del salón de la fama’, una celebridad de primer rango. ¿Pero podía también ser un asesino? ¿Él fue quien asesinó a sangre fría a su ex esposa, Nicole, y a una de sus amigas? El jurado absolvió a Simpson; Simpson era afroamericano, y las cuestiones de raza eran importantes en el caso. Muchos blancos consideraron que el jurado tomó la decisión equivocada, mientras que muchos negros sintieron lo contrario.
Todos estos juicios plantean preguntas sobre la identidad personal del acusado. Pero también pueden plantear —y de hecho lo hacen— preguntas más amplias sobre la identidad. En el caso de Lizzie Borden, la sociedad burguesa estaba en camino a ser juzgada. Lizzie Borden era una mujer, una ciudadana modelo, pero ¿también era culpable de un doble asesinato brutal? Si la respuesta hubiera sido que sí, esto habría tenido consecuencias devastadoras. Hubiera significado que las apariencias externas podían ser fraudes, que el comportamiento honorable podía ser una fina capa, un ‘pueblo de Potemkin’; y que si uno volteaba la roca, todo tipo de alimañas podrían salir arrastrándose.
Un tema similar resuena en muchos juicios famosos. El Dr. Harvey Crippen fue acusado en un famoso juicio inglés.27 Crippen era un osteópata nacido en Estados Unidos, que se había mudado a Inglaterra con su segunda esposa, Cora. Sin embargo, de pronto, Cora desapareció misteriosamente en 1910. Crippen, mientras tanto, había empezado a vivir con una amante, afirmando que su esposa había regresado a los Estados Unidos; pero su versión sobre los planes de ella y las razones de por qué se había ido eran inconsistentes. La gente comenzó a sospechar, hasta que Scotland Yard encontró un torso humano enterrado bajo el piso del sótano de Crippen. El resto del cuerpo nunca fue encontrado. Mientras tanto, Crippen estaba en un barco con destino a América, junto con su amante (disfrazada de un chico joven). Las autoridades arrestaron a Crippen (en aguas canadienses) y lo enviaron de regreso СКАЧАТЬ