Название: Teorías del Imperialismo y la Dependencia desde el Sur Global
Автор: John Smith
Издательство: Bookwire
Жанр: Социология
isbn: 9789874066046
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Dicha revolución, mucho más radical y profunda que la revolución mexicana de principios de siglo y que la frustrada revolución boliviana de 1952, situará en el eje de la agenda teórica y política la discusión sobre el papel del imperialismo, la dependencia y las relaciones sociales predominantes en el continente.
¿Solamente como hecho político? No, también como gestación de una reflexión propia del pensamiento revolucionario nuestro-americano.
No olvidemos que en la Primera Declaración de la Habana [2/9/1960], el comandante Fidel Castro señalaba: “Nuestro país, en comercio desigual con los Estados Unidos, había pagado, en diez años, mil millones de dólares más de lo que ellos nos habían pagado a nosotros por nuestros artículos [...] Eso fue lo que encontró la revolución al llegar al poder: un país económicamente subdesarrollado, un pueblo que era víctima de todo género de explotación [...] La asamblea general nacional del pueblo de Cuba condena, en fin, la explotación del hombre por el hombre, y la explotación de los países subdesarrollados por el capital financiero imperialista [subrayados de N. K.]” (Castro [1960] 1988: 220-221, 243).
Menos de un año después, en esa misma constelación se inscribían las intervenciones que, en agosto de 1961, Ernesto Che Guevara formulaba en nombre de la revolución cubana en la Conferencia uruguaya de Punta del Este (donde se discutía en términos estrictamente “económicos” pero también políticos), cuando afirmaba: “Además, calculando —naturalmente, un cálculo que no tiene una base científica y solo sirve como medio de expresión de ideas— que el proceso de desarrollo de los países actualmente subdesarrollados y el de los países industriales se mantuviera en la misma proporción, los subdesarrollados tardarían 500 años en alcanzar el mismo ingreso por habitante de los países desarrollados [subrayados de N. K.]” (Guevara [1961] 2003: 41).
Medio año más tarde, en la Segunda Declaración de La Habana [4/2/1962], volvemos a encontrar la persistencia de una conocida tesis marxista, pulida con la paciencia de un artesano por Lenin a lo largo de innumerables polémicas durante dos décadas. En aquella oportunidad, Fidel Castro sostuvo que: “¿De dónde salieron las colosales sumas de recursos que permitieron a un puñado de monopolistas acumular miles de millones de dólares? Sencillamente de la explotación del trabajo humano [...] Así se produjo la fusión de los bancos con la gran industria y nació el capital financiero. ¿Qué hacer entonces con los grandes excedentes de capital que en cantidades mayores se iba acumulando? Invadir con ellos el mundo. Siempre en pos de la ganancia, comenzaron a apoderarse de las riquezas naturales de todos los países económicamente débiles y a explotar el trabajo humano de sus pobladores con salarios mucho más míseros que los que se veían obligados a pagar a los obreros de la propia metrópoli [...] El movimiento de los pueblos dependientes y colonizados es un fenómeno de carácter universal que agita al mundo y marca la crisis final del imperialismo [subrayados de N. K.]” (Castro [1962] 1988: 466-467).
No cuesta demasiado advertir que en estas intervenciones célebres de Fidel Castro y el Che Guevara (quienes habían compartido, juntos, habiendo triunfado ya la revolución cubana, un seminario de estudio de El Capital coordinado por el profesor Anastasio Mansilla) se reiteran, de manera recurrente e inocultable, las tesis sobre: (a) la explotación redoblada del trabajo de los pueblos oprimidos, colonizados y dependientes (en comparación con la explotación convencional de los proletariados metropolitanos de los países capitalistas imperialistas); (b) “el desarrollo del subdesarrollo” en el capitalismo latinoamericano sometido al sistema imperialista; y (c) el comercio y el intercambio desiguales entre los países capitalistas subdesarrollados y los países imperialistas; entre varias otras tesis que más tarde se incorporarían al corpus central y al núcleo duro de la TMD, siempre a partir del paradigma abierto por la teoría leninista del imperialismo.
El desafío que la teoría marxista de la dependencia (TMD) lanzó a partir de la segunda mitad de la década de 1960 principalmente sobre las teorías económicas de la CEPAL y contra la sociología estadounidense de la modernización, pero también sobre algunas antiguas teorizaciones, unilaterales y ya perimidas, de las izquierdas eurocéntricas, se nutría no solo de un atento y riguroso estudio de El Capital de Karl Marx y de la teoría leninista del imperialismo sino también de esa aparente “herejía” política producida en el Caribe que sacudió a todo el pensamiento revolucionario latinoamericano y mundial. La TMD sistematizaba, en el terreno de la crítica de la economía política, las tesis políticas impulsadas por la revolución cubana para todo el continente americano y el Sur Global, que en aquel tiempo era conocido como el Tercer Mundo. El singular relieve de la revolución encabezada por Fidel y el Che Guevara se sobreimprime sobre un amplio y profundo horizonte de luchas revolucionarias por la descolonización de todo el Sur Global, incluyendo dentro suyo desde la proclamación de la independencia y la revolución vietnamita, el triunfo de la revolución china, el proceso de la revolución argelina, las rebeliones de numerosos pueblos africanos y todas las insurgencias tercermundistas.
La revolución cubana, más que mil documentos, puso en crisis al mismo tiempo los presupuestos hasta ese momento “autoevidentes” de la izquierda eurocéntrica y las presuntas “verdades” consagradas de las disciplinas académicas convencionales, abriendo las puertas para una nueva reflexión sobre la realidad latinoamericana a partir del marxismo revolucionario (Osorio 2004: 130). No casualmente, dos de los principales exponentes de la TMD debatieron y polemizaron en torno a la revolución cubana desde las páginas de un mismo libro, elaborado y publicado inicialmente por su autora, Vania Bambirra, el 26 de julio de 1973 por parte del Centro de Estudios Socioeconómicos (CESO) de la Universidad de Chile, prologado al año siguiente por Ruy Mauro Marini, ya ocurrido el golpe de Estado del general Pinochet (Bambirra [1973] 1974). Ambos, Bambirra y Marini, compartían al unísono la crítica política del denominado “foquismo”, bosquejado en un comienzo por un ensayo periodístico-literario de Jean-Paul Sartre en su temprana visita a Cuba y luego transformado en esquema metafísico, dogmático y generalizador por un extenso libro de Regis Debray [Revolución en la revolución, 1967], el verdadero inventor de dicha “teoría”, erróneamente atribuida al Che Guevara. Este último —según el testimonio que hemos recogido en entrevistas a sobrevivientes que compartieron la lucha junto al Che— la había criticado en su campamento insurgente de Bolivia (Kohan 2013: 419-424). Pero al mismo tiempo, Bambirra y Marini aportaban, tanto en el cuerpo del libro como en el prólogo, matices diferentes en torno a las fases y etapas sociales, económicas y políticas de la revolución cubana.
En su gestación, las primeras teorizaciones de la TMD fueron elaboradas principalmente por una serie de militantes e intelectuales de origen brasilero, entre quienes se destacan Ruy Mauro Marini, Theotonio Dos Santos y Vania Bambirra (todos ellos y ellas militantes de la organización de izquierda revolucionaria denominada Política Operaria – POLOP). Exiliados de Brasil tras el golpe de Estado de 1964, la adopción de la TMD fue compartida más tarde también por discípulos chilenos suyos como Orlando Caputo Leiva y Roberto Pizarro. Junto a ellos y ellas incursionaban en dicha constelación los intelectuales alemanes André Gunder Frank (quien había sido alumno herético de Milton Friedman en la Universidad de Chicago) y Franz Hinkelammert (economista marxista y al mismo tiempo teólogo de la liberación).
Junto a todo este elenco deben destacarse otros dos teóricos muy conocidos, al comienzo muy cercanos, pero que rápidamente entraron en ácidas contradicciones con el resto de esta tradición. Nos referimos a Fernando Henrique Cardoso y Enzo Faletto, quienes escribieron a cuatro manos Dependencia y desarrollo en América Latina. Ensayo de interpretación sociológica en Santiago de Chile, СКАЧАТЬ