Cartas II (Edición crítico-histórica). Josemaria Escriva de Balaguer
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СКАЧАТЬ de Dios[11].

      5b

      Difundir la Verdad, fundamento de la paz

      Es preciso que seamos, en todos los ambientes, mensajeros de esa luz, de esa Verdad divina que salva.

      El error no sólo obscurece las inteligencias, sino que divide las voluntades. Sólo cuando los hombres se acostumbren a decir y a oír la verdad, habrá comprensión y concordia. A eso vamos: a trabajar por la Verdad sobrenatural de la fe, sirviendo también lealmente todas las parciales verdades humanas; a llenar de caridad y de luz todos los caminos de la tierra: con constancia, con competencia, sin desmayos ni omisiones, aprovechando todas las oportunidades y todos los medios lícitos para dar la doctrina de Jesucristo, precisamente en el ejercicio de la profesión de cada uno.

      Aplicación al campo de la enseñanza

      La educación cristiana

      Recta ordenación de todo el saber

      6d

      Apostolado auténtico

      Hijas e hijos míos, esa maravillosa misión del maestro y del profesor es un verdadero y profundo apostolado, hoy especialmente necesario, por la extensión y el influjo de la equivocada enseñanza profana en la vida de los hombres, y para salvar y desarrollar ese ingente patrimonio de la cultura cristiana, que ha exigido siglos de esfuerzo.

      La enseñanza es una profesión laical y secular

      Tarea eclesiástica y suplente de los religiosos

      Estos religiosos, con su actividad docente, no pretenden nunca ejercer una profesión, ni tienen propiamente —en la enseñanza— una función que cumplir en el orden civil. Si lo han hecho tantas veces, más allá de lo que exigía su vocación religiosa —con mucho fruto para la Iglesia, y para la misma sociedad civil— ha sido generalmente para llenar un vacío casi total, como en la Edad Media, o para oponer un dique a la descristianización de la cultura, como en la Edad Moderna y aún en nuestros tiempos. Es decir, han tenido que subsanar de alguna forma la ausencia de fieles cristianos que se ocupasen profesionalmente, con competencia y con buena formación religiosa, de ese aspecto tan delicado y trascendental de la vida de la sociedad: y así hacen, no una profesión —un trabajo— civil, sino un meritorio apostolado religioso.

      La enseñanza no es un monopolio de los religiosos ni del Estado

      8b

      Por otra parte, y como consecuencia de un movimiento anticatólico de proporciones universales, aunque diverso en sus formas, en los últimos siglos se viene alejando cada vez más a los religiosos del campo de la educación; y esto hace todavía más urgente y necesaria la formación de buenos profesionales cristianos, que se dediquen a la docencia.

      8c

      Hacen falta profesionales cristianos

      Sin embargo, ésta es sólo una razón circunstancial y contingente: porque nosotros no sustituimos a los religiosos —como ya he dicho, es lo contrario lo que ha ocurrido—, no debemos y no podemos sustituirlos en sus actividades docentes. Su labor es fundamentalmente de carácter eclesiástico, cuando no suplente; y nuestra tarea en la enseñanza es un trabajo esencialmente profesional y secular.

      8d

      Aunque no se diera ese motivo particular que he señalado —más: aunque, como sería de desear, los religiosos no encontraran obstáculo alguno para cumplir su misión, que nosotros vemos con alegría y cariño—, siempre sería necesario promover la formación de buenos maestros y profesores cristianos, que ejerzan ese trabajo profesional, como ciudadanos.

      No trabajamos como los religiosos, ni con los religiosos

      Por el mismo motivo —es decir, porque la actividad de esos religiosos es de carácter eclesiástico, y la nuestra es secular, profesional—, de ordinario no convendrá que trabajemos con los religiosos, y menos en centros dirigidos por ellos.

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