Название: El rey festivo.
Автор: AAVV
Издательство: Bookwire
Жанр: Документальная литература
isbn: 9788491332596
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Debido a la inestabilidad de la zona y a las reticencias que en la corte hispana podría haber hacia su reinado, los archiduques al llegar a Flandes son conscientes de la necesidad de afianzar su posición, tanto ante los flamencos como ante los españoles. Así, comienzan dos estrategias complementarias: por un lado, avanzan las negociaciones y acuerdos de paz, donde la labor de Ambrosio Spínola y el archiduque Alberto fueron fundamentales para la firma de la Tregua de los Doce Años3; y, por otro, buscan un acercamiento a sus súbditos a través de una proximidad a las élites locales y su vínculo con la historia de Flandes y los Habsburgo, mostrando a unos monarcas implicados en la vida flamenca y completamente identificados con esos territorios, tanto por derecho propio como por participación personal.
Para esta política los archiduques emplearon todos los recursos a su alcance, siendo los pintores de corte los que van a tener un papel decisivo como pintores-cronistas de la realidad cotidiana de los archiduques. Esas escenas donde los monarcas son los protagonistas no sólo van a ser testimonio de eventos de relativa importancia dentro de la política del país, sino también van a tener un claro objetivo de tranquilizar a la corte de Felipe III respecto a los «asuntos de Flandes». Mostrando que unas políticas pacifistas, traen mayores beneficios para la corona que las imposiciones por la fuerza.
Además de los pintores-cronistas, los archiduques van a recuperar todos los espacios vinculados a la dinastía de los Habsburgo rehabilitando antiguos palacios, en especial aquellos con los que María de Hungría, tía-abuela de Isabel Clara-Eugenia, había tenido especial relación: el palacio de Coudenberg en Bruselas, el palacio de Mariemont, y el de Tervuren, ambos cercanos a Bruselas, pero más considerados un espacio para la caza y el recreo4. Esta rehabilitación permitía una doble maniobra: erigirlos como núcleos de poder, al mismo tiempo que dejar constancia de su presencia territorial.
Con esta doble estrategia lo que consiguen los archiduques es un reconocimiento de las élites flamencas, fortaleciendo el vínculo con su pasado, al mismo tiempo que una clara propaganda de su reinado.
Su presencia continua en la vida cotidiana flamenca a través tanto de fiestas, kermeses y visitas a sus súbditos, como a través del día a día en el entorno de sus residencias, junto con los testimonios escritos de funcionarios de la corte, embajadores o viajeros inciden en la inteligencia de los archiduques, tanto para ganarse a los flamencos como para conseguir que la corte de Felipe III primero, y la de Felipe IV después, viera la importancia de favorecer una política de diálogo y paz, pues las susceptibilidades que había en Madrid sobre la falta de lealtad de los flamencos habían sido fomentadas por los enemigos de la corona española.
LA REHABILITACIÓN DE LOS PALACIOS
El palacio de Coudenberg, situado en Bruselas, es el centro neurálgico de todo el gobierno de los archiduques. Desde el nombramiento de los archiduques se comenzaron diferentes reformas para adaptarlo a las necesidades de los nuevos monarcas (De Jonge, 1998: 191). Además de las estancias interiores, los archiduques dieron una importancia primordial a su entorno. Los jardines fueron rediseñados para que toda la warande (forma como se conocía al parque que rodeaba al palacio), pudiera también albergar un laberinto, conocido como feuillée; y diversas grutas, fuentes y juegos de agua, siguiendo la moda sobre estos elementos que se desarrolla en toda Europa.
Lamentablemente, el palacio de Coudenberg sufre un importante incendio en el siglo XVIII que arrasa prácticamente con todo el edificio de este momento5. Los jardines también han ido menguando, y no queda nada del planteamiento que Salomon de Caus (Dieppe, 1576- París, 1626), ingeniero del jardín desde 1601, Pierre Lepoivre y Louis Patte, jardinero de corte, habían dispuesto para este inmenso espacio.
Es gracias a las recreaciones de la vida cotidiana de los archiduques en Flandes que han dejado sus pintores de corte como Jan Brueghel «el viejo», Joos de Momper, o Daniel y Jan Baptista van Heil, como podemos intuir cómo serían esos jardines y su distribución. [fig. 1] Además, algunas de las cuentas conservadas del palacio indican los pagos hechos a Salomon de Caus por la creación de diversas grutas, máquinas hidráulicas, órganos de agua y fuentes (Duerloo y Thomas, 1998: 161). Todo el espacio está distribuido de modo que la parte más silvestre del bosque, donde vivía multitud de fauna, se compenetraba con la parte más ajardinada donde se disponían espacios florales, plantas aromáticas, medicinales y zonas de huerta, como parece desprenderse de la vista que presenta Lucas Vosterman en el grabado que ilustra la Chorographia Sacra Brabantiae de 1659, [fig. 2] y Jan van der Heiden en una vista parcial del parque de colección privada, fechada también hacia 16606.
Entre los espacios artificiales que diseña De Caus estaba la gruta principal (Franke, 2001: 83-87), creada hacia 1606 en la hoogen hoff, una terraza ajardinada decorada con los bustos de los doce emperadores7. Ya De Jonghe en su reconstrucción de la warande intenta localizar esta gruta con fuente en el bosque de robles (De Jonghe, 2001: 92-93), pero es más probable que estuviera más cercana al palacio8. La gruta de la que se hace eco De Jonghe, sería, más bien, una más de las que jalonan todo ese espacio. De hecho, en una de las vistas los exteriores de Coudenberg que recrea Jan Brueghel «el viejo» con los archiduques paseando entre las hileras de robles9, se ve como serían esas grutas, con fuentes interiores y juegos de agua. [fig. 3]. Estas grutas artificiales se convertían en salas de recreo, donde además de emular a la naturaleza se podría improvisar salones de banquetes al aire libre, muy propicias en los calurosos días del verano. Como arquitecto de grutas y de autómatas, Salomon de Caus supo entremezclar lo natural con los artificios, dando lugar a las naturalia y artificialia tan propias de las cámaras de maravillas, donde a lo visual se unía el sentido del oído y el olfato, a través de las fuentes, cascadas, juegos de agua, trinos de pájaros, ecos y música hidráulica (Franke, 1998: 203). Una idea de cómo podrían ser estos espacios la ofrece el lienzo de Pieter Paul Rubens y Jan Brueghel «el viejo» del Metropolitan de Nueva York (inv. n° 45.141) [fig. 4], en el que se recrea un banquete de los dioses dentro de una de estas cuevas artificiales ricamente decoradas. En este sentido, las grutas podían ser construidas separadas, como espacio independiente, con paredes artificiales, o podían ser recreadas a través de nichos excavados en el terreno. Los espacios eran decorados con gran primor con piedras preciosas, conchas, corales o cristales, y donde se podían incluir figuras de dioses clásicos relacionados. Estos espacios buscaban el deleite de los sentidos, pero también sorprender al visitante, tanto por su extravagancia como por los efectos ilusionistas que se creaban con los juegos de agua y los autómatas (Deligne, 2005: 139-140; Morgan, 2007: 72-98).
Fig. 1. Daniel y Jan Baptista van Heil, La archiduquesa en Coudenberg, Museo van de Stad, Bruselas (inv. n° K.1886-2).
Fig. 2. Lucas Vosterman, Palacio de Coudenberg, grabado Chorographia Sacra Brabantiae, 1659.
Fig. 3. Jan Brueghel «el viejo», Los archiduques paseando por la warande, Rubenshuis, Amberes (inv. n° RH. S. 130).
Fig. 4. Peter Paul Rubens y Jan Brueghel «el viejo», El banquete de Aqueloo, Metropolitan Museum, Nueva York (inv. n° 45.141).
Además de estas grutas, uno de los espacios más singulares de la warande es el gran lago que rodeaba el palacio de Coudenberg por el sur. Es un lago que reproducen diversos pintores, lo que permite reconocer su aspecto, uso y cambios a lo largo del tiempo, incluso a СКАЧАТЬ