Название: A cielo abierto
Автор: Amparo Arteaga León
Издательство: Bookwire
Жанр: Религия: прочее
isbn: 9788412304152
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2. Opuesto positivo hacia el que quiero avanzar: El opuesto positivo en el que quiero vivir sería una acción de la que pudiera disfrutar, para lo que necesito activar la iniciativa. Las emociones que acompañarían a ese estado son el sentimiento de libertad, la alegría, el dinamismo y la fluidez.
3. Definición del algoritmo: TRANSFORMAR EL INMOVILISMO EN INICIATIVA
4. Sentir en el cuerpo la localización y somatización del material residual: Siento ansiedad en la zona del corazón. El corazón es el encargado de la distribución de la sangre por todo el cuerpo, es el motor de la vida.
5. La materialización del nuevo estado: Concentrar la energía de amar para reconfigurar el nuevo estado, asimilar el recorrido bioquímico del circuito, repetirlo con el foco puesto en el estado final tantas veces como haga falta a lo largo del día, centrándonos siempre en el opuesto positivo y contribuyendo con la visualización de la función vital implicada; así, el cuerpo termina reconociendo el nuevo estado y transformando el antiguo.
Me apliqué este algoritmo mental en un momento en el que comprendí que estaba inmovilizada. Los estados depresivos a los que me había visto sometida me llevaron a un pensamiento constante de no querer hacer nada, de tal modo que mi acción se veía bloqueada: cualquier iniciativa suponía un gran esfuerzo por mi parte, tanto, que nunca encontraba verdadera recompensa. En consecuencia, esto retroalimentaba mi parálisis, a la vez que fomentaba esa vieja pregunta de la que me sentía presa: ¿para qué? Mucho esfuerzo y pocas ganancias era la pesadumbre con la que me enfrentaba a la vida. Gracias al algoritmo ese pensamiento reiterativo desapareció, despejando así las trampas de mi mente. Desde entonces, continúo con mi trabajo personal, pero ahora, sin la insatisfacción que tapona la posibilidad de traer nuevas oportunidades a mi vida, empiezo a movilizar mis recursos y aprendo a disfrutar de la acción y a celebrar los logros.
Miedo a la grandeza: el trauma por rechazo
Brillar con los talentos innatos supone sostener sin miedo la grandeza de los valores que te identifican y te diferencian. Lo que nos distingue es la forma única que cada cual tiene de ponerlos en marcha, expresándolos, conscientes de lo que aportan al mundo. Sin embargo, a menudo vemos cómo muchas personas muy valiosas no se valoran lo más mínimo y mantienen una continua necesidad de reconocimiento externo que nunca satisfacen por completo. Son personas que sufrieron el rechazo en algún momento de sus vidas, lo que hizo mella en lo más profundo de su valoración y estima; se trata de gente lastimada por sentirse apartada socialmente, señalada por destacar, expoliada de sus ideas genuinas.
El rechazo lo promueven aquellos que, amparados en el grupo, se sienten amenazados por la genialidad del individuo que viene a poner en evidencia la mediocridad de un mundo que no avanza.
A menudo, las personas rechazadas remueven sin saberlo los anclajes de poderes vigentes y caducos, que se resisten a admitir y administrar los cambios que estas proponen con sus ideas originales.
El rechazado es un incomprendido, alguien que no se da cuenta de lo que la integración social de sus propuestas supone para la evolución de la conciencia humana, alguien que, por lo desvalorizado que ha sido, se ha llegado a creer profundamente que no valía, generando una tendencia a la comparación con la que siempre sale perjudicado. Para compensar esta falsa minusvalía, el rechazado se ha afanado en desarrollar sus talentos más de lo que otras personas lo hayan hecho nunca, originando una autoexigencia con la que solo consigue sentirse constantemente insuficiente e inseguro, quedándose prisionero en un circuito cerrado que le lleva al rechazo de sí mismo bajo la creencia de que nunca llegará a estar a la altura. El rechazado es un crítico voraz, sobre todo consigo mismo. Pero la realidad, sin embargo, es que muestra unas extraordinarias aptitudes en todo lo que se propone, pudiendo llegar a ser un verdadero especialista en el género en el que se forma.
Conozco a una persona que superó su trauma por rechazo. Admiro de ella la capacidad que tiene para brillar sin ego, pero con la gloria merecida por atreverse a compartir tanto como tiene para darnos. El rechazado ha de exponerse ante el público y pasar por la experiencia de ser reconocido, aplaudido y admirado por lo que tiene para ofrecer al mundo. Tiene que superar el miedo a destacar, dejar de mimetizarse con el entorno e integrarse en la diversidad, enfatizando su singularidad, consciente de sus valores personales.
Cuando el rechazado deje de temer a su grandeza, goce de todos los talentos que configuran su identidad como cualidades únicas y se atreva a salir al mundo con ellos, entonces tendremos la gran suerte de aprender a convivir con genios, sin caer en competencias, envidias o estúpidas vanidades.
Poder o no poder: el trauma por autoridad
Personas con grandes capacidades de organización y liderazgo, y con un aprendizaje digno de la ética, vieron mermada su autoridad natural e innata tras una experiencia traumática en la que se les diezmó su fortaleza, quedando a merced de una autoridad que consideraron superior a la suya. Parece que el máximo poder que un humano puede ejercer sobre otro es el de arrebatarle la vida. Así, ante tal amenaza, muchas personas se vieron sometidas, poniendo sus mejores talentos al servicio de sujetos crueles y perversos.
Muchas de estas personas no se encuentran actualmente en tales circunstancias, pero el eco de su memoria furtiva les mantiene presas de la sumisión, sin saber poner límites a situaciones que se resuelven con la palabra y con los actos consecuentes. El común denominador en ellas es el miedo a la autoridad, tanto a la propia como a la ajena, y su dolor más profundo consiste en verse debilitadas hasta el extremo de creer que no podrán salir de esta situación ni gozar de la libertad para poder organizar sus vidas tal y como desean.
Quienes viven así se hallan en un conflicto continuo de poder o no poder conseguir aquello que se proponen, siendo el fracaso la sombra que planea constantemente por sus cabezas; de esta forma, o terminan abortando cualquier decisión vital, o emprenden la acción con la dureza de quienes tienen que defender con dientes su territorio, o hacen un mal uso de su autoridad sobre otros, o se colocan en el último escalafón de cualquier jerarquía autoritaria. En definitiva, no encuentran el lugar intermedio que les proporcione la paz y el equilibrio tan deseado por ellos.
La autoridad bien concebida se organiza jerárquicamente en función del conocimiento, las habilidades y los talentos que cada uno posee, una jerarquía que ubica naturalmente a cada cual en el lugar correcto.
Sin embargo, no hay educación que reconozca el poder intrínseco que nos otorga tal idiosincrasia, por lo que las personas con trauma por abuso de la autoridad tienen que, finalmente, echarle mucho coraje a la vida para demostrarse que pueden, desde su ética impecable, conseguir aquello que se proponen haciendo uso de su poder innato. Que pueden liderar y cooperar indistintamente y perder su miedo al sometimiento, siendo más flexibles consigo mismos y con su entorno.
Creo que los que sanen este trauma llegarán a disfrutar mucho de sus relaciones personales y profesionales, pues sabrán situarse en el lugar correcto, dejando a cada cual el suyo propio, y descubrirán la cantidad de energía que tienen para emprender acciones una vez que acaben con sus resistencias y mortificaciones.
Equilibrio en vez de extremismo, observación en vez de control, flexibilidad en vez de rigidez, ternura y firmeza en vez de dureza, diálogo y negociación en vez de dictadura, son todas las ganancias y dominios que alcanzarán cuando pierdan el miedo a la autoridad, cuando recuperen el poder que les fue arrebatado y cuando confíen plenamente en sí mismos y en sus semejantes.
Reflexiones sobre el poder
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