Название: Mabinogion. Relatos galeses medievales
Автор: Varios autores
Издательство: Bookwire
Жанр: Книги для детей: прочее
isbn: 9789560013521
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–Esposa mía –dijo–, qué descuidados somos, perdiendo las crías de nuestra yegua cada año, sin conservar ni una de ellas.
–¿Qué se puede hacer respecto de eso? –preguntó ella.
–Que caiga la venganza de Dios sobre mí –dijo él– si no descubro el destino de esas crías; hoy es primero de mayo.
Hizo que llevaran a la yegua adentro, se armó y comenzó a montar guardia. Cuando empezó a oscurecer, la yegua dio a luz a un potrillo hermoso y grande que se levantó enseguida. Teyrnon se irguió y admiró la firmeza de la cría. Mientras hacía esto escuchó un estrépito y luego del ruido apareció una enorme garra a través de la ventana que asió al potrillo por la crin. Teyrnon desenvaina la espada y le corta el brazo a la altura del codo, de modo que esa parte del brazo, y el potrillo con ella, quedan del lado de adentro. Entonces escuchó al mismo tiempo un estruendo y un alarido. Abrió la puerta y se precipitó detrás del ruido. Debido a la oscuridad de la noche no podía ver cuál era la conmoción, pero corrió detrás y la siguió. Ahora bien, se acordó de que había dejado la puerta abierta y regresó. Al costado de la entrada encontró a un niño pequeño envuelto en un manto de seda brocada. Lo levantó y se dio cuenta de que era fuerte para su edad.
Trabó la puerta y se encaminó al dormitorio donde estaba su mujer.
–Señora –dijo–, ¿estás dormida?
–No, señor –dijo ella–. Lo estaba, pero cuando llegaste me desperté.
–Tengo un niño para ti, si quieres algo que nunca tuviste –dijo él.
–Señor –replicó ella–, ¿qué historia es esa?
–Esto es lo que pasó –dijo Teyrnon y se lo contó todo.
–Bueno, señor –dijo ella–, ¿qué clase de vestimenta tiene el niño?
–Un manto de seda brocada –contestó él.
–Entonces es hijo de nobles –dijo ella–. Señor, sería un placer y una alegría, si estás de acuerdo, convocar a mujeres de mi conocimiento y decir que he estado embarazada.
–Acuerdo contigo de buen grado –dijo él.
Y así se hizo. Hicieron bautizar al niño de la forma en la que se hacía en ese tiempo. Le dieron el nombre de Gwri Wallt Euryn, ya que todo su cabello era tan dorado como el oro60.
El niño fue criado en la corte hasta que tuvo un año, pero antes ya caminaba con firmeza y era más fuerte que un niño de tres años bien desarrollado. Al segundo año ya era tan fuerte como un niño de seis. Y antes del final del cuarto año negociaba con los mozos del establo para que lo dejaran darles agua a los caballos61.
–Señor –dijo su esposa a Teyrnon–, ¿dónde está el potrillo que salvaste la misma noche que encontraste al niño?
–Ordené que se lo dieran a los mozos del establo –dijo él– y les pedí que lo cuidaran.
–¿No sería bueno, señor, que lo domaras y se lo dieras al niño? –preguntó ella–. Dado que la noche en que lo encontraste nació el potrillo y tú lo salvaste.
–No me opondré a eso –dijo Teyrnon–. Dejaré que se lo des.
–Señor, Dios te lo pague –dijo ella–. Así lo haré.
Entonces le regalaron al niño el caballo y ella se dirigió a los sirvientes y a los mozos del establo para ordenarles que cuidaran del animal y lo domaran hasta que el niño pudiera montarlo, y le contaran las novedades.
Entretanto llegaron a sus oídos noticias de Rhiannon y de su castigo. A causa de lo que había encontrado, Teyrnon Twrf Liant prestó atención y preguntaba constantemente sobre el tema hasta que escuchó, de boca de mucha gente que había ido a la corte, quejas respecto de la desgracia del infortunio de Rhiannon y de su pena. Teyrnon meditó sobre esto y miró detenidamente al niño. Se dio cuenta de que nunca había visto un hijo y un padre que se parecieran tanto como ese pequeño y Pwyll Penn Annwfn (la apariencia de Pwyll era conocida por Teyrnon porque había sido vasallo suyo). Entonces lo asaltó la tristeza por lo mal que hacía en conservar al niño sabiendo que era el hijo de otro hombre. Cuando tuvo la chance de conversar en privado con su esposa, le dijo que no estaba bien que ellos retuvieran al pequeño y dejaran que una mujer tan noble como Rhiannon sufriera tal castigo a causa de eso, siendo que el chico era hijo de Pwyll Penn Annwfn.
La esposa de Teyrnon estuvo de acuerdo en enviar al niño a Pwyll.
–Y tres cosas, señor, obtendremos como resultado –dijo ella–: el agradecimiento y la gratitud por haber liberado a Rhiannon de su castigo, y las gracias de Pwyll por haber criado a su hijo y por haberlo restituido. Y en tercer lugar, si el pequeño se convierte en un hombre gentil, será nuestro hijo de crianza y hará siempre lo mejor para nosotros.
Y se pusieron de acuerdo. Al día siguiente Teyrnon se preparó con dos jinetes más; el niño era el cuarto e iba montado sobre el caballo que Teyrnon le había dado. Emprendieron la marcha hacia Arberth y no tardaron mucho en llegar. Cuando se aproximaron a la corte vieron a Rhiannon sentada al lado del apeadero, y al acercarse ella les dijo:
–Señores, no sigan adelante. Yo cargaré a cada uno de ustedes hasta la corte. Ese es mi castigo por haber matado y destruido a mi hijo.
–Señora mía –dijo Teyrnon–, no creo que ninguno de ellos quiera ir en tu espalda.
–Que vaya el que quiera –dijo el niño–; yo no lo haré.
–Dios sabe, amigo, que yo tampoco –dijo Teyrnon.
Se dirigieron a la corte, donde se alegraron mucho por su llegada. Justo estaba por comenzar un banquete; el mismo Pwyll acababa de regresar de hacer el circuito por Dyfed. Fueron a la sala y se lavaron. Pwyll le dio la bienvenida a Teyrnon y se fueron a sentar. Así se ubicaron: Teyrnon entre Pwyll y Rhiannon, dos de sus compañeros más allá de Pwyll, y el niño entre ellos. Después de terminar de comer, cuando empezaba el entretenimiento, conversaron. La historia que contó Teyrnon fue el relato completo acerca de la yegua y el niño, y de cómo su esposa y él habían tomado al pequeño bajo su cargo y lo habían criado.
–Ves aquí a tu hijo, señor –dijo Teyrnon–. Quienquiera que te haya dicho mentiras te ha perjudicado. Yo mismo, cuando escuché sobre tu dolor, me entristecí y me apené. Creo que no hay nadie en esta compañía que no haya reconocido que el niño es hijo de Pwyll.
–No hay nadie que tenga dudas sobre eso –dijeron todos.
–Por Dios –dijo Rhiannon–, sería un gran alivio a mi preocupación si fuera verdad.
–Señora –dijo Pendaran Dyfed–, has nombrado apropiadamente Pryderi a tu hijo. Pryderi, hijo de Pwyll Penn Annwfn le queda mejor62.
–Asegúrense de que su propio nombre no sea más conveniente –dijo Rhiannon.
–¿Cómo se llama? –preguntó Pendaran.
–Nosotros СКАЧАТЬ