El Cristo Universal. Richard Rohr
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Название: El Cristo Universal

Автор: Richard Rohr

Издательство: Bookwire

Жанр: Религиозные тексты

Серия:

isbn: 9781951539191

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СКАЧАТЬ Notas

       Portada

       Antes de que Empecemos

       PARTE 1

       OTRO NOMBRE PARA CADA COSA

       UNO: Cristo No Es el Apellido de Jesús

       DOS: Aceptando Que Eres Totalmente Aceptado

       TRES: Revelado en Nosotros—como Nosotros

       CUATRO: Bondad Original

       CINCO: El Amor Es el Sentido

       SEIS: Una Compleción Sagrada

       SIETE: Yendo a Buen Lugar

       PARTE 2

       LA GRAN COMA

       OCHO: Haciendo y Diciendo

       NUEVE: Las Cosas en su Profundidad

       DIEZ: La Encarnación Femenina

       ONCE: Este Es mi Cuerpo

       DOCE: ¿Por Qué Murió Jesús?

       TRECE: No Puede Ser Cargada Estando Solos

       CATORCE: El Viaje de la Resurrección

       QUINCE: Dos Testigos de Jesús y Cristo

       DIECISÉIS: Transformación y Contemplación

       DIECISIETE: Más Allá de la Mera Teología: Dos Prácticas

       EPÍLOGO

       PALABRAS FINALES: El Amor Después del Amor

       APÉNDICES: Mapeando el Viaje del Alma a Dios

       APÉNDICE I: Las Cuatro Visiones del Mundo

       APÉNDICE II: El Patrón de la Transformación Espiritual

       BIBLIOGRAFÍA

      Antes de que Empecemos

      Estaba en un subte, un tren tumultuoso en el que todo tipo de personas se empujan, con trabajadores sentados y agarrados de las barandas, de todas descripciones, yendo a casa al final del día. De manera considerablemente repentina vi con mi mente, pero tan vívidamente como una gran pintura, a Cristo en todos ellos. Pero vi más que eso, no solo a Cristo en cada uno de ellos, viviendo en ellos, muriendo en ellos, regocijándose en ellos, lamentándose en ellos — sino que al estar Él en ellos, y al estar ellos acá, también todo el mundo estaba acá, en ese subte; no solo el mundo estaba en ese momento, no solo toda la gente de todos los países del mundo, sino toda esa gente que vivió en el pasado y toda la que vendrá.

      Salí a la calle y caminé por mucho tiempo entre la multitud. Era lo mismo acá, en todos lados, en cada transeúnte, en todos lados: Cristo.

      Por mucho tiempo fui perseguida por la concepción del Cristo humillado, el Cristo lisiado cojeando por Rusia, mendigando Su pan; el Cristo que, a través de las eras, podría regresar a la tierra incluso a los pecadores para ganar su compasión por Su necesidad. Ahora, en un destello de segundo, supe que este sueño es un hecho; no un sueño, no la fantasía o la leyenda de una persona devota, no la prerrogativa de los rusos, sino Cristo en el hombre…

      Vi también la reverencia que todos deben tener por un pecador; en vez de condonar su pecado, que en realidad es su mayor pena, uno debe confortar al Cristo que sufre en él. Y esta reverencia debe ser pagada incluso a esos pecadores cuyas almas parecen estar muertas, porque es Cristo, quien es la vida del alma, que está muerto en ellos; ellos son Sus tumbas, y Cristo en la tumba es potencialmente el Cristo resucitado…

      Cristo está en todos lados; en Él cada tipo de vida tiene un sentido y tiene una influencia en todos los otros tipos de vida. No es el pecador tonto como yo, corriendo por el mundo con reproches y sintiéndome magnánimo, sino quien más se acerca a ellos y les trae sanación; es la contemplación en su celda quien nunca los ha visto, pero en quien Cristo ayuna y ora —o puede ser una sirvienta en quien Cristo se hace sirviente otra vez, o un rey cuya corona de oro esconde una corona de espinas. La comprensión de nuestra unidad en Cristo es la única cura para la soledad humana. Para mí, también, es el único sentido supremo de la vida, lo único que da sentido y propósito a cada vida.

      Algunos días después la “visión” se desvaneció. La gente lucía igual otra vez, ya estaba ese mismo shock de introspección para mí cada vez que me enfrentaba cara a cara con otro ser humano. Cristo estaba oculto otra vez; de cierto, a través de los años por venir, lo iba a buscar, y usualmente lo encontraría en otros – y aun más en mí misma- solo a través de un deliberado y ciego acto de fe.

      La pregunta para mí —y para nosotros— es, ¿quién es este “Cristo” que vio Caryll Houselander permeándose e irradiándose desde todos sus queridos pasajeros? Para ella Cristo claramente no es solo Jesús de Nazaret sino algo mucho más inmenso, incluso cósmico, en significancia. Cómo es СКАЧАТЬ