Helter Skelter: La verdadera historia de los crímenes de la Familia Manson. Vincent Bugliosi
Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу Helter Skelter: La verdadera historia de los crímenes de la Familia Manson - Vincent Bugliosi страница 38

Название: Helter Skelter: La verdadera historia de los crímenes de la Familia Manson

Автор: Vincent Bugliosi

Издательство: Bookwire

Жанр: Языкознание

Серия:

isbn: 9788494968495

isbn:

СКАЧАТЬ pulcro para formar parte de una banda de moteros «fuera de la ley».

      Resultó que Springer se enorgullecía de su limpieza. Cosa que fue una de las razones por las que personalmente no quiso tener nada que ver con Manson y sus chicas, dijo. Pero Danny DeCarlo, el tesorero de los Straight Satans, se lio con ellos y dejó de asistir a las reuniones, así que en torno al 11 o 12 de agosto, él, Springer, fue al rancho Spahn para convencer a Danny de que volviera.

      —(…) Había moscas por todas partes, allí arriba eran como animales, es que no me lo pude creer. Yo soy una persona muy pero que muy limpia, ¿saben? Algunos muchachos son bastante guarros, pero a mí me gusta que esté todo limpio.

      »Bueno, viene ese Charlie (…) Quería a Danny allí arriba porque llevaba los colores en la espalda, todos aquellos borrachos suben allá y empiezan a acosar a las chicas y a meterse con los chicos, y entonces Danny sale con los colores de los Straight Satans, y ya nadie se mete con Charlie, ¿vale?

      »Conque intentaba que Danny volviera, y Charlie estaba allí, y dice Charlie, me dice: “Espera un momento, a lo mejor puedo darte algo mejor de lo que ya tienes”. Y yo: “¿El qué?”. Dice: “Vente aquí arriba y tendrás todas las chicas que quieras, todas —dice—, son tuyas, están a tu disposición, para lo que quieras”. Es de esos que te lavan el cerebro. Así que le contesto: “¿Pero cómo sobrevives, cómo mantienes a estas jodidas veinte tías, colega?”. Y él: “Las tengo a todas bailando para mí”. Y: “Yo salgo por la noche y hago lo mío”. “Bueno —digo—, ¿qué es lo tuyo, tío? A ver, de qué vas”. Se imaginaba que al ser motero y eso aceptaría cualquier cosa, incluido el asesinato.

      »Así que empieza a darme la brasa y me cuenta cómo va y vive con la gente rica, y llama a la policía “cerdos” y cosas así, toca a la puerta, la abren, y entra disparado con su alfanje y empieza a darles tajos, ¿vale?

      P. ¿Eso te dijo?

      R. Eso me dijo, textualmente, a la cara.

      P. Estás de broma. ¿De verdad oíste eso?

      R. Sí. Le dije: «¿Cuándo fue la última vez que lo hiciste?». «Bueno, nos cepillamos a cinco —dice— la otra noche, sin ir más lejos.»

      P. ¿Te dijo eso? ¿Charlie declaró haberse cargado a cinco personas?

      R. Exacto. Charlie y Tex.

      Springer no recordaba la palabra exacta que empleó Manson: no fue «personas»; puede que fuera «cerdos» o «cerdos ricos».

      Los inspectores del caso LaBianca se quedaron tan sorprendidos que pidieron a Springer que lo repitiera una segunda vez, y una tercera.

      R. Pienso que es el hombre que buscan, estoy seguro.

      P. No me cabe duda, pero en estos tiempos en que se le brinda a la gente sus derechos, si vamos a acusarlo como Dios manda, no bastará con su declaración.

      ¿Cuándo le dijo aquello exactamente Manson? Bueno, fue la primera vez que fue a Spahn, el 11 o el 12 de agosto, no recordaba qué día. Pero el sitio, sí. «No había visto nada parecido en mi vida. No había estado en una colonia nudista ni había visto a unos idiotas de remate tan desatados (…)» Por todas partes se veían chicas desnudas. Una docena y media o así eran mayores de edad, de dieciocho años o más, pero la otra mitad más o menos, no. Las jóvenes se ocultaban en la maleza. Charlie le dijo que podía escoger. También le ofreció comprarle un bugui y una moto nueva si se quedaba.

      El mundo al revés. Charlie Manson, alias Jesucristo, intentando tentar a un Straight Satan.

      El hecho de que Springer resistiera la tentación pudo deberse en parte a que sabía que otros miembros de la banda habían estado allí. «Todo el mundo se hartaba de coger la gonorrea (…) El rancho estaba fuera de control (…)»

      Durante la primera visita de Springer, Manson demostró su destreza con los cuchillos, en especial con una espada larga. Springer vio a Charlie lanzarla unos cinco metros y clavarla, pongamos, ocho veces de diez. Era la espada, dijo Springer, que usaba Charlie para «rebanar» a la gente.

      «¿Han encontrado un cadáver con una oreja cortada?», preguntó de repente Springer. Por lo visto uno de los inspectores asintió con la cabeza, porque Springer dijo: «Sí, es el hombre que buscan». Charlie le contó que le había cortado una oreja a uno. Si venía Danny, podía contárselo todo. El único problema era que «Danny tiene miedo de esos bichos, que ya han intentado matarle».

      Springer también mencionó a Tex y a Clem. Los inspectores le pidieron que los describiera.

      Clem era un idiota de remate, dijo Springer: se había fugado de Camarillo, un psiquiátrico estatal. Repetía como un loro cualquier cosa que dijera Charlie. Por lo que vio, «Charlie y Tex eran allí los listos». A diferencia de Clem, Tex no hablaba mucho. «Mantenía la boca cerrada, no soltaba palabra. Tenía un aspecto muy sano. Llevaba el pelo un poco largo, pero era… como un estudiante universitario.» Tex parecía pasar la mayor parte del tiempo trabajando en los buguis.

      A Charlie le fascinaban los buguis. Quería equiparlos con un interruptor en el salpicadero para apagar las luces traseras. Entonces, cuando la Policía de Tráfico de California, la CHP, los parara para ponerles una multa, habría dos tipos armados con escopetas en la parte de atrás, y en el momento en que los policías se acercaran, «pum, los reventarían».

      P. ¿Por qué dijo que quería hacer eso?

      R. Ah, quiere montar una cosa donde pueda ser el líder del mundo. Está loco.

      P. ¿Llama al grupo de alguna manera?

      R. La Familia.

      Volviendo a la espada, ¿podía describirla Springer? Sí, era un alfanje, una espada de pirata de verdad. Hasta unos meses antes, dijo Springer, perteneció al antiguo presidente de los Straight Satans, pero luego desapareció, y Springer suponía que algún miembro de la banda se la dio a Charlie.

      Oyó decir a Danny que utilizaron la espada cuando mataron a un tipo «llamado Henland, creo que era». Era el tipo al que le cortaron una oreja.

      ¿Qué sabía del asesinato de «Henland»?, le preguntaron. Según Danny, un tal «Bausley» y uno o dos más lo asesinaron, aseguró Springer. Danny le dijo que «casi por encima de cualquier duda razonable podía demostrar que Bousley o Bausley o lo que fuera mató a ese tipo y obviamente Charlie estaba al tanto o algo así. Bueno, sea como sea alguien le cortó una oreja». Clem también le contó a Springer «cómo le cortaron una oreja a un puto idiota y escribieron en la pared y pusieron la mano o la zarpa de los Panteras allí arriba para culparlos. Echaban a los negros todas las culpas de lo que hacían, ¿vale? Odiaban a los negros, porque antes de aquello ya habían matado a uno».

      Cinco. Más «Henland» (Hinman). Más «un negro». Total hasta ese momento: siete. Los inspectores llevaban la cuenta.

      ¿Vio otras armas estando en Spahn? Sí, Charlie le enseñó un mueble armero lleno, la primera vez que subió allí. Había escopetas, un rifle para cazar ciervos, pistolas del calibre cuarenta y cinco, «y oí que hablaban (y Danny me lo dijo) de que tenían un Buntline del calibre veintidós de cañón largo, de nueve balas. Eso me lo explicó Danny, que sabe de armas. Y supuestamente esa fue el arma con la que mataron a aquel Pantera Negra».

      Charlie se lo contó. Por lo que recordaba Al, Tex timó a un tipo negro en un trato por un montón de hierba. Cuando Charlie СКАЧАТЬ