Helter Skelter: La verdadera historia de los crímenes de la Familia Manson. Vincent Bugliosi
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Читать онлайн книгу Helter Skelter: La verdadera historia de los crímenes de la Familia Manson - Vincent Bugliosi страница 28

Название: Helter Skelter: La verdadera historia de los crímenes de la Familia Manson

Автор: Vincent Bugliosi

Издательство: Bookwire

Жанр: Языкознание

Серия:

isbn: 9788494968495

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СКАЧАТЬ a lo largo de los siguientes encuentros con él. «Pero cuando vine a Los Ángeles y empecé a vivir aquí, él asistía a nuestras fiestas y demás. Y empezó a caerme muy pero que muy bien. Era una persona muy amable. Ah. Sé lo de sus traumas. Le gustaba azotar y atar a las chicas. Me lo dijo Sharon. A ella la ató una vez a la cama. Y me lo contó. Y se rio de él (…) Para ella era divertido, pero triste (…)

      »Y cada vez lo invitábamos más a casa. Pasaba el tiempo allí, pasaba el tiempo, y a veces a Sharon le molestaba que se quedara demasiado, porque siempre era el último en irse, ¿sabes?

      »Estoy seguro de que al principio de nuestra relación seguía queriendo a Sharon, pero creo que ese amor despareció en gran medida. Estoy totalmente seguro.»

      P. O sea que no hubo ningún indicio de que Sharon hubiera vuelto con Sebring en algún momento…

      R. ¡Ni de casualidad! Yo soy el malo. Me las tiro a todas. Ese era el gran trauma de Sharon, ¿sabes? Pero Sharon no tenía ningún interés en Jay.

      P. ¿Le interesaban otros hombres?

      R. ¡No! No había ninguna posibilidad de que otro hombre se acercara a Sharon.

      P. De acuerdo. Sé que tienes que marcharte, así que sería mejor que empezáramos. Te voy a decir cómo funciona esto, Roman.

      Deemer explicó el funcionamiento del polígrafo, y añadió: «Es importante que te mantengas en calma. Sé que hablas mucho con las manos. Eres una persona emotiva. Una persona del tipo de los actores, así que va a resultarte un poco difícil (…) Pero cuando notes la presión, quiero que mantengas la calma. Cuando no, puedes hablar e incluso agitar los brazos. Dentro de lo razonable».

      Después de dar instrucciones a Polanski para que limitara las respuestas a «sí» o «no» y ahorrara las explicaciones para después, Deemer empezó el interrogatorio.

      P. ¿Tienes un permiso de conducir válido en California?

      R. Sí.

      P. ¿Has comido hoy?

      R. No.

      P. ¿Sabes quién quitó la vida a Voytek y a los otros?

      R. No.

      P. ¿Fumas cigarrillos?

      R. Sí.

      Hubo una larga pausa, y Polanski se echó a reír.

      P. ¿Sabes qué pasará si haces el payaso? Que tendré que volver a empezar.

      R. Lo siento.

      P. Mira el aumento de la tensión arterial cuando empiezas a mentir con los cigarrillos. Pum, pum, pum, igual que una escalera. Vale, vamos a empezar otra vez (…) ¿Estás ahora en Los Ángeles?

      R. Sí.

      P. ¿Tuviste algo que ver con el asesinato de Voytek y los demás?

      R. No.

      P. ¿Has comido hoy?

      R. No.

      P. ¿Sientes alguna responsabilidad por la muerte de Voytek y los demás?

      R. Sí. Me siento responsable por no estar allí, eso es todo.

      P. Después de darle vueltas a la cabeza, como sé que debes de haber hecho, ¿quién se te ocurre que era el objetivo? No creo que se te haya pasado por la cabeza que pudiera ser Sharon, que nadie le tuviera tanta saña. ¿Hay alguien más de los que estaban allí que se te ocurra que podría ser el objetivo de algo así?

      R. Lo he pensado todo. He pensado que el objetivo podría ser yo mismo.

      R. ¿Por qué?

      R. No sé, podría ser alguna cuestión de envidia o alguna confabulación o así. No pudo ser Sharon directamente. Si Sharon fuera el objetivo, eso significaría que yo era el objetivo. Podría ser que Jay fuera el objetivo. Podría ser Voytek. También podría ser pura locura, alguien que decidió sin más cometer un crimen.

      P. ¿Qué haría Sebring, por ejemplo, para ser el objetivo?

      R. Temas de pasta, a lo mejor. También he oído muchas cosas sobre eso de la droga, de las entregas de droga. Me cuesta creerlo (…)

      Polanski siempre había creído que Sebring era un hombre «bastante adinerado», pero hacía poco se había enterado de que tenía muchas deudas.

      R. Mi impresión es que debía de tener graves problemas financieros, a pesar de las apariencias.

      P. Pues vaya una manera de cobrar deudas. Un cobrador normal no sube allí y mata a cinco personas.

      R. No, no. Lo que digo es que por esa razón a lo mejor se metió en algún terreno peligroso, para ganar dinero, ¿me entiendes? Desesperado, igual se lio con gente fuera de la ley, ¿sabes?

      P. Si eliminamos a Sharon y al crío, de los tres restantes, crees que Sebring sería el objetivo lógico, ¿no?

      R. El crimen en sí parece de lo más ilógico. Si buscara un móvil, buscaría algo que no encajara en el patrón habitual con el que acostumbráis a trabajar los policías. Algo mucho más extraño (…)

      Deemer preguntó a Polanski si había recibido correo con insultos y amenazas después de La semilla del diablo. Admitió que sí y conjeturó:

      —Podría ser algún asunto de brujería, ¿sabes? Un maniaco o algo así. Esa ejecución, esa tragedia, me sugiere que debió de ser algún chalado ¿sabes?

      »No me sorprendería que yo fuera el objetivo. A pesar de todo eso de las drogas, de los estupefacientes. Me parece que a la policía le gusta lanzarse demasiado rápido sobre ese tipo de pista, ¿sabes? Porque es la pista habitual. La única relación que conozco de Voytek con cualquier tipo de estupefaciente es que fumaba maría. Como Jay. Más la cocaína. Yo sabía que esnifaba. Al principio pensé que solo era una cosa pasajera. Cuando se lo comenté a Sharon, me dijo: “¿Estás de broma? Lleva tomándola dos años de forma habitual”.»

      P. ¿Experimentaba Sharon con los estupefacientes en alguna medida, aparte de la maría?

      R. No. Tomó LSD antes de que nos conociéramos. Muchas veces. Y cuando nos conocimos hablamos de ello (…) Yo tomé tres veces.

      «Cuando era legal», añadió riéndose. Luego, serio otra vez, Polanski recordó la única vez que lo tomaron juntos. Fue hacia finales de 1965. Fue su tercer viaje, y el décimo quinto o décimo sexto de Sharon. Empezó de un modo bastante agradable, los dos pasaron la noche hablando. Pero luego «por la mañana ella empezó a perder la chaveta y a gritar y yo me moría de miedo. Y después de eso me aseguró: “Te dije que no podía tomar esto, se ha acabado”. Y se acabó, para mí y para ella. Pero te digo una cosa, y que no quepa duda. No tomaba drogas, a excepción de la maría, y no demasiada. Y durante el embarazo ni hablar, estaba tan encantada con el embarazo que no tomaba nada. Yo servía una copa de vino y ella ni lo tocaba».

      Deemer le hizo pasar las preguntas una vez más y terminó la prueba, convencido de que Roman Polanski no estaba implicado de ninguna forma en los asesinatos de su esposa y los СКАЧАТЬ