La mentira del vecino . Блейк Пирс
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Читать онлайн книгу La mentira del vecino - Блейк Пирс страница 11

СКАЧАТЬ necesitas, Steven?

      —Quiero que hablemos —le dijo Steven—. Solo para reconectarnos.

      —No. No me parece buena idea.

      —No tengo motivos ocultos —dijo—. Lo prometo. Siento que… hay cosas por las que tengo que disculparme. Y necesito… bueno, necesitamos, un cierre.

      —Habla por ti mismo. Todo está bien cerrado para mí. No necesito ningún cierre.

      —Está bien. Entonces considéralo un favor. Solo quiero media hora contigo. Quiero desahogarme. Y si estoy siendo honesto… Solo quiero verte una vez más.

      —Steven… estoy ocupada. Mi vida está muy agitada ahora mismo, y…

      Se detuvo, ni siquiera segura de qué decir. Realmente su vida no era tan ocupada que no tenía tiempo para verlo. Sabía que esta llamada no era fácil para Steven. Estaba humillándose, lo cual nunca hacía.

      —Chloe…

      —Está bien. Media hora. Pero no iré para allá. Si quieres verme, tienes que venir a DC. Todo es una locura y yo no...

      —Está bien. ¿Cuándo es un buen momento para ti?

      —El sábado a la hora del almuerzo. Te enviaré la dirección de un restaurante por mensaje de texto.

      —Me parece bien. Muchas gracias, Chloe.

      —De nada —Sintió que había algo más que debía decir, cualquier cosa para mitigar la tensión. Pero, al final, lo único que dijo fue—: Adiós, Steven.

      Ella finalizó la llamada y se metió el celular en el bolsillo. No pudo evitar preguntarse si solo había cedido porque se sentía muy sola. Pensó en el agente Moulton y se preguntó para dónde se había ido con su amiguita. Más que eso, se preguntó por qué estaba tan interesada en él.

      Llegó a su auto y condujo a casa mientras se hacía de noche. DC era una ciudad extraordinaria y, a pesar de la congestión y la mezcla extraña de historia y comercio, igual era hermosa. Ese pensamiento la hizo sentirse melancólica mientras se dirigía a su apartamento, un apartamento nuevo y vacío que se había sentido afortunada de encontrar, pero que ahora le parecía una isla aislada.

      ***

      Cuando su teléfono la despertó a la mañana siguiente, la sacudió de sus sueños. Trató de quitárselos de encima, pero luego se preguntó si siquiera valía la pena. Los únicos sueños que había tenido últimamente eran de su padre, varado y solo en la cárcel.

      Hasta podía oír su voz tarareando alguna vieja canción de Johnny Cash de las que solía cantar en su apartamento.

      «A Boy Named Sue», pensó.

      O tal vez no. Tenía esa canción en su cabeza cuando rebuscó su teléfono celular en la mesa de noche.

      Cuando jaló su teléfono celular del cargador, vio que su reloj marcaba las 6:05, solo veinte-cinco minutos antes de la alarma que había puesto.

      —Habla la agente Fine —respondió ella.

      —Agente Fine, habla el subdirector García. Te necesito en mi oficina de inmediato. Trata de estar aquí en menos de una hora. Tengo un caso en el que tienen que empezar a trabajar lo antes posible.

      —Sí, señor —dijo mientras se sentó en la cama—. Estaré allí enseguida.

      En este momento, no le importaba que tendría que volver a trabajar con Rhodes. Lo único que le importaba era que, hasta ahora, ya llevaba un caso resuelto y estaba ansiosa por ayudar a resolver otro.

      CAPÍTULO SEIS

      Chloe llegó a la oficina del subdirector García treinta minutos después. Estaba sentado en la pequeña mesa de conferencia en el fondo, rebuscando entre unos papeles. Vio que había colocado dos tazas de café negro y humeante en la mesa.

      —Buenos días, agente Fine —le dijo a lo que entró—. ¿Has visto o hablado con la agente Rhodes?

      —Estaba estacionándose cuando me monté en el ascensor.

      García pensó en eso por un momento, tal vez confundido en cuanto a por qué no había esperado a Rhodes en el ascensor. Chloe se preguntó cuánto le había hablado Johnson de su pequeña lucha de poder.

      Aunque Chloe tomó café en camino a la sede, se sentó en frente de una de las tazas y bebió. Prefería tomarse el café con un poco de crema y azúcar, pero decidió no pedirle nada para no parecer muy exigente. Mientras bebía de su taza de café, Rhodes entró en la sala. Lo primero que hizo fue lanzarle una mirada de disgusto. Luego tomó asiento frente a la otra taza de café.

      García las observó a las dos, al parecer detectando la tensión, pero luego se encogió de hombros. —Tenemos un asesinato en Landover, Maryland. Es un caso que parecía bastante normal al principio. La policía de Maryland lo está manejando en este momento, pero solicitaron nuestra ayuda. También vale la pena mencionar que Jacob Ketterman de Asuntos Públicos de la Casa Blanca conocía a la víctima. Trabajó con ella hace mucho tiempo. Nos pidió como favor que nos encargáramos del caso. Y como alguien de la Casa Blanca conocía a la víctima, estamos tratando de mantenerlo oculto. Esto debería ser sencillo. Parece un homicidio bastante simple. Es una de las razones por las que se lo estamos asignando a ustedes, agentes novatas. Será una buena prueba y no parece ser tan apremiante aunque obviamente quisiéramos resolverlo lo antes posible.

      Luego deslizó dos copias de su informe hacia ellas. Los detalles fueron breves y al grano. Mientras Chloe los leyó, García les dijo lo que sabían.

      —La víctima es Kim Wielding, de treinta y seis años de edad. Estaba trabajando como niñera de la familia Carver cuando la mataron. Suponemos que alguien entró en la casa y la mató. Fue golpeada en la cabeza dos veces con un objeto muy contundente y luego fue estrangulada. Tenía dos golpes muy horribles en la cabeza. Aún no se ha determinado cuál de esas cosas la mató. Necesitamos que ustedes averigüen quién lo hizo.

      —¿El asesinato fue la única razón del asesino para visitar la casa? —preguntó Chloe.

      —Eso parece. Nada se reportó robado. La casa estaba exactamente igual a como los Carver la habían dejado… con la excepción de la niñera muerta. La dirección está en los informes. Acabo de hablar por teléfono con el sheriff de Landover. Los Carver se han estado alojando en un motel desde que se produjo el asesinato hace dos días. Pero se reunirán con ustedes en la casa esta mañana para responder a cualquier pregunta. Y eso es todo, agentes. Espero lo resuelvan pronto. Diríjanse a RRHH y saquen un auto. ¿Están familiarizadas con el proceso?

      Chloe no estaba familiarizada, pero asintió con la cabeza de todos modos. Ella asumía que Rhodes ya conocía los pormenores. Dado todo lo que había pasado el día de ayer, Chloe asumió que Rhodes sabía casi todo del FBI.

      Chloe y Rhodes se levantaron de la mesa. Chloe dio un último sorbo de café antes de salir de la oficina de García. Caminaron por el pasillo hacia el ascensor en silencio.

      «Este día será bien largo si Rhodes no supera esta estúpida rivalidad», pensó Chloe.

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